Desde siempre en realidad, pero fue con Resident Evil cuándo la vinculación entre cine y videojuego empezó a tomarse más en serio. La obra maestra de Capcom sugirió infinitos análisis, pero ni de lejos la garantía de crear buenos productos. De hecho, la adaptación de cine a videojuego y viceversa ha supuesto en la mayoría de ocasiones un fracaso. Justamente las creaciones originales han sido las encargadas de subir el listón. Las pruebas “vivas” son títulos como Batman Arkham Asylum o el que nos ocupa: Uncharted 3: La traición de Drake.
Además, las cifras de ventas avalan este tipo de lanzamientos: Uncharted 3 ha vendido la espectacular cifra de 3.800.000 unidades el mismo día de su lanzamiento en todo el mundo. Jorge Huguet, director de marketing de Sony Computer Entertainment España (SCEE) ha destacado que “la saga Uncharted ha redefinido el género de aventuras en tercera persona convirtiéndose en una de las franquicias más importantes del mercado”.
¿Pero qué ofrece Uncharted 3 para recibir estos halagos? Nada nuevo y todo mejorado. Es decir, discrepamos en parte con el señor Huguet ya que consideramos que no redefine nada, pero si que ofrece una fórmula conocida a un nivel de calidad excelente y por eso se ha convertido en una gran franquicia. Y eso que no empieza con buen pie. Las primeras escenas no son impactantes gráficamente y la pelea del bar se hace excesivamente larga y repetitiva. Pero al llegar a la Colombia de hace 20 años borra toda sensación duda. A partir de aquí empieza un trabajo casi artesanal de recreación de escenarios y personajes con un guión y ritmo tremendamente adictivos. Puede que sea lineal o corto, pero es una gozada disfrutar paso a paso de las aventuras de Nathan Drake.
No lo recomendamos para los amantes de la exploración sin límite, en cambio si a un cinéfilo y, sobretodo, a una persona que entienda este producto casi como un delicatessen, no algo que se pueda medir en términos más cuantitativos.