Sin duda nos encontramos en una época de transición en el mundo de los videojuegos. Que los Smartphones, cada vez más potentes, sean capaces de sustituir las portátiles ya está dejando de ser un rumor. El negocio de las app está en auge, prueba de ello son las miles de aplicaciones y videojuegos que instalamos y manipulamos en nuestros terminales de forma cada vez más cuotidiana e incluso obsesiva.
Antes el concepto era sencillo, nos encontrábamos con una enorme lista de apps a unos precios muy asequibles y acorde también a los costes de desarrollo y a la sencillez de las mismas. Por menos de lo que cuesta un café, disfrutábamos de un clásico pero adictivo Angry Birds, un Fruit Ninja o pagando un poquito más, nos pasábamos horas y horas disfrutando con el divertido Plants VS Zombies. Eso sin contar de la enorme cantidad de aplicaciones de todo tipo de usos, que podrían ser útiles, curiosas o incluso necesarias, desde un scanner de documentos, un lector de los mismos u otros tan dispares pero muy utilizados como aquellos que te hacen un seguimiento de la menstruación.
Viendo las posibilidades a nivel de ingresos que permite la moda de las apps, no sólo las empresas emergentes e indies sino también otras más conocidas del sector de los videojuegos, tales como Namco, Konami o Capcom se han volcado de lleno en el negocio. Algunas apps llegan a superar los 10 euros o nos hacen pagar por cada capítulo que descargamos (Ejemplo del conocido Walking Dead), pero en la mayoría de estos casos se nos ofrece productos de gran calidad, a un nivel parecido al de las pequeñas portátiles, como es por ejemplo el recopilatorio de clásicos Final Fantasy, remasterizados y adaptados a las capacidades técnicas de las tablet y móviles.
La era de los Micropagos.
Aunque se trata de un sistema que lleva ya años implantado en los MMORPG, PC, consolas de sobremesa o smartphones entre otros; sin duda, el 2013 ha sido el año en que más hemos oído hablar del relativamente novedoso concepto de los Micropagos. ¿De qué se trata? Básicamente son pequeñas transacciones de dinero que hacemos con una aplicación o videojuego. Es una fórmula muy sencilla: adquirimos el producto a un coste muy bajo o gratuito (Freemium), pero deberemos pagar si queremos conseguir más opciones, una versión completa o superar los niveles más difíciles en el caso de conocidos títulos como Candy Crush Saga o Clash of Clans.
Así es el concepto, “paga para seguir disfrutando”. No es algo tan disparatado después de todo, pues es algo que los más veteranos hacíamos de niños cuando nos gastábamos la paga en lo salones recreativos. Si hablamos de cantidades pequeñas y poco preocupantes para nuestros bolsillos, de menos de un euro a cambio de más horas y horas con nuestro videojuego favorito, la inversión se ve lógicamente amortizada.
Además, nadie se escapa de este concepto, ya seas un Casual Gamer como un Hardcore Gamer, hay apps para todos los gustos y colores; y por supuesto, también las hay para los más pequeños de la casa, auténticos expertos en el uso de las tablet de sus padres que no durarán en prestárselas a cambio de un buen rato de tranquilidad.
El problema viene cuando se abusa de esta opción y sin darnos cuenta nos hemos dejado una buena suma, eso sí, la decisión es siempre tuya… O no.
Los Micropagos que acaban siendo Macropagos:
Muchos recordaréis el reciente escándalo de Angry Birds Go, en el que reslutaba muy sencillo gastarse la friolera de 120 dólares para adquirir un completo pack de vehículos y potenciadores. Como acabo de decir, el usuario es el que decide si pagar o no esta cantidad, hasta aquí se puede decir que es problema de cada uno. Pero la alarma de el último título de Rovio estalló porque tratándose de un videojuego de temática más bien infantil, los niños podían facilmente realizar dicha descarga sin que su padres se dieran cuenta.
Pero el problema de los Micropagos Abusivos o dicho de otro modo Macropagos no es tan reciente. Si hacemos un repaso a muchos videojuegos del estilo de Jetpack JoyRide o Candy Crush Saga, veremos que en todos ellos puedes disfrutar de muchas ventajas pagando casi 90€.
Lo más preocupante de esta nueva línea de negocio es que se está convirtiendo en el modus operandi de todas las compañías, las cuales por un producto de bajo coste de desarrollo pueden llegar a recaudar grandes sumas de dinero, todo ello a coste de la impulsividad de aquellos jugadores que terminan gastándose su dinero obsesionados por llegar a la siguiente pantalla. Lo peor es que algunos de estos micropagos puede llegar a ser abusivos o muy poco acordes con lo que se nos ofrece; como por ejemplo el caso del brillante pero carísimo Warhammer Quest o la tomadura de pelo que Final Fantasy All The Bravest supuso para los fans de la franquicia.
En el primer caso nos encontrábamos que para disfrutar el videojuego completo nos teníamos que gastar más de 40€. Sólo hay que ir sumando: No sólo la app cuesta más de 4€, sino que por cada nuevo capítulo de la “expansión” nos toca desembolsar la misma cantidad. Luego está cada uno de los personajes nuevos, los cuales cuestan a 2,69€ por unidad o pareja de monstruos, eso sin contar el nuevo y exlusivo equipamiento, a 0,89€ por arma virtual.
Por otro lado, Final Fantasy All The Bravest llegó a ser considerado como un auténtico timo de la estampita. Nos encontramos ante un videojuego tremendamente simple y aburrido, de una jugabilidad a penas existente, pero con una gran capacidad de tentar a los fanáticos de todos los Final Fantasy. Cada uno de los más de 30 personajes que se adquierende forma aleatoria cuestan casi 1€, eso sin contar que por cada mundo que desbloqueábamos (consistente en una melodía nueva y un simple mapeado) vale más de 4€.
Y con esto se suma a la cada vez más creciente oferta de videojuegos aparentemente gratuitos con la alarmante realidad que muchos de ellos están dedicados al público infantil (tan sólo tenéis que repasar los que se podían descargar en los 12 días de regalos Disney).
¿Llegará todo este sistema a tocar fondo? ¿Cómo nos adaptaremos? ¿Se llegará a controlar de algún modo?